He descubierto que mi madre es una asesina en serie
- Daniel Galiana
- 29 may 2017
- 2 Min. de lectura

Hace unas semanas la profesora de lengua de Daniel les mandó una redacción, el tema era “He descubierto que…” Daniel decidió que su redacción sería “He descubierto que mi madre es una asesina en serie”, lejos de enfadarme me encantó la idea. Para una escritora de misterio esa idea era un filón. Daniel escribió su relato y me pareció tan original que le he pedido permiso para publicarlo y así es como me convertí en asesina en serie.
He descubierto que mi madre es una asesina en serie. Jamás lo hubiese imaginado. Mi madre es la persona más cariñosa, alegre, responsable y sensata que conozco. Siempre hace lo correcto y nunca se enfada, por muy grave que sea la situación siempre lo soluciona con una sonrisa. Aunque ahora, pensándolo bien, debería haberlo imaginado cuando mis amigos fueron desapareciendo uno a uno. Cada semana invitaba a uno de mis amigos a casa y jamás volvía a verlos. He de decir que los profesores estaban encantados porque cada vez tenían menos alumnos en clase y decían que así se enseñaba mejor, pero a mí me parecía muy sospecho que todos mis amigos fuesen desapareciendo.
Un día abrí el congelador para coger un helado y vi a mi amigo Adrián, iba tan distraído que hasta le saludé:
- ¡Hola Adrián! ¿Vas a ver el partido esta tarde?
Pero cuando vi que no movía ni una pestaña y que tenía un color bastante azulado me di cuenta de que estaba muerto.
- ¡Mamáaaaaa! – grité -. ¡Adrián está en el congelador!
- Claro, ha sido mi última víctima – me contestó tan tranquila con una sonrisa.
- ¡Mamá, NO MATES A MIS AMIGOS! – protesté enfadado -. ¿Sabes lo difícil que es hacer amigos en el instituto? Casi no quedan niños de mi edad, te los has cargado a todos.
- Vaya, lo siento mucho – se disculpó mi madre con una sonrisa enorme -. Es que tus amigos me parecen tan majos que cuando van a irse me da tanta pena que quiero que se queden, así que solo se me ocurre guardarlos en el congelador, lo malo es que lo tengo tan lleno que no me caben más.
Mi madre y yo llegamos al acuerdo de que ya no volvería a matar más amigos. Como tenía tanta carne se le ocurrió empezar un negocio de hamburguesas y albóndigas y tuvieron tanto éxito que, al poco tiempo, no me quedó más remedio que empezar a invitar a mis amigos de fútbol a mi casa.
¿Quién quiere venir este fin de semana a mi casa?
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