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Me he tragado el cigarrillo


- Me he tragado el cigarrillo - me dice Juan entre toses.

- ¿Cómo? - le pregunto asustada.

Este hombre es un inútil, cosa que toca, cosa que destroza, y ahora para rematar va y se traga un cigarrillo.

- No sé, he ido a aspirar y me lo he tragado - me explica Juan -. ¿Tú crees que se me quemarán las tripas?.

- Y yo que se. A ver, abre la boca por si lo veo.

Juan me obedece, abre su boca todo lo que puede y yo miro dentro. En el fondo veo brillar algo, pero no parece un cigarro, es otra cosa.

- ¿Te has tragado también el encendedor? - le pregunto.

Juan asiente.

- Pero, ¿estás loco?. Es el que te regalé cuando éramos novios, el de plata.

- Sí - me dice - era para que no se me perdiera, como siempre dices que dejo todo en cualquier parte.

- ¿Y qué más te has tragado? - le pregunté intentando prepararme para la respuesta.

- Nada más. Bueno quizás tu medallita de la primera comunión y el anillo de bodas.

- No lo entiendo, ¿por qué haces eso?.

- Bueno, no lo sé, cada vez que veo algo tuyo, no lo puedo evitar, me lo tengo que comer - me explica -. Llevo años haciéndolo. Todas las cosas que pierdes, en realidad me las como yo.

Le miré asombrada, sin saber que decir y, de pronto, recordé que había perdido el colgante donde guardaba un poco de matarratas que utilizaba en la casa de la sierra y entonces supe que ya nunca iba a perder nada más.


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